Delfi Young



“Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres
sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro”

Mario Benedetti



Como decía, la cuarentena me agarró a punto de dar el primer paso con una chica. Ya no pude hacer de cuenta que nada me pasaba con algunas mujeres. En medio de tanta introspección, supe que tenía que indagar en lo que era. ¿Sería lesbiana, bisexual, qué? ¿Cómo empezar a definirme, a ponerle palabras a mi deseo?

Ocurrieron dos cosas importantes: me empecé a conocer físicamente y hablé con personas que también se habían hecho estas preguntas.

**
*

En pleno auge de los videos en vivo y online de la cuarentena, en Semana Santa vi un ciclo de charlas que se llamó Semana Poco Santa. Hubo oradores de BDSM, poliamor, sexo anal, ejercicios pélvicos. De todo. Y lo mejor era que podía verlos de manera completamente anónima.

Todos mencionaban la importancia de autoconocerse, mirarse y tocarse a uno mismo. Tener citas con uno mismo. Hasta ese momento yo pensaba que me conocía, que entendía toda mi anatomía. No me confundía dónde estaba cada cosa. Pero sinceramente nunca me había mirado y me daba cierta impresión.

En una charla sugirieron usar un espejo y lo puse en práctica. La primera vez me dio rechazo verme. Los primeros cinco minutos quería cerrar los ojos. Me sostuve la mirada en el espejo y me contemplé. Me acostumbré. Descubrí un mundo.

Conocía el porno femenino de Erika Lust y me sumergí en eso. Seguí descubriendo un mundo. Lo único que podía pensar era “yo nunca voy a poder hacer esto”.

Este momento fue muy importante para mí porque entendí que si me descubría a mí misma, podría estar con una mujer y saber qué le gustaría. El sexo con otra mujer sería posible.

**
*

Entré en contacto con una persona que también se había cuestionado su sexualidad y pensé que podría ayudarme. Era la única persona bisexual que conocía y me pareció menos dramático arrancar por ahí que directamente hablar con las lesbianas que sí conocía. Me resultaba más aterrorizante ser lesbiana. Si era bisexual por lo menos podía seguir careteando en sociedad con hombres. Sí, eso me servía de consuelo.

Ella me compartió por escrito la indagación de su orientación sexual. Como quien googlea síntomas a ver qué enfermedad tiene, me sentí identificada en varias partes. Mi diagnóstico se iba confirmando. Le dije que quería hacerle preguntas y tuvimos una llamada.

Hablando y auto-diagnosticándome, a medida que le iba contando lo que había sentido desde la infancia y las relaciones o sueños que había tenido, me iba dando cuenta que ella no me iba a decir nada, que yo ya me lo estaba diciendo.

Corté y me quedé en silencio. Se me hizo evidente. Para el mundo nada había cambiado, pero para mí sí.

**
*

El 2 de mayo de 2020 escribí:

Creo que me gustan las chicas.

Lo leí.

Una voz compasiva me habló. ¿Cuánto tiempo más, Delfi? ¿Cuánto tiempo más vas a pasar sin reconocerte esta verdad que se cae de madura? ¿Cuánto tiempo más vas a seguir limitándote, viviendo a oscuras, escondiendo algo que sos y que es tan hermoso?

Realmente, ¿cuánto tiempo más?

Lo corregí:

image

**
*

Soñé varias cosas cortadas, no recuerdo. Soñé que me decían de jugar al fútbol con dos chicas que se daban besos en la cabeza y no sabía si eran lesbianas o no.

Decidí que me iba a permitir explorar qué me sucedía con mujeres.

Permitir, palabra clave.
Explorar, otra palabra clave.

Así deberían empezar muchas oraciones.

**
*

Hacía al menos 15 años que llevaba colgantes en el cuello que me iba regalando mamá cuando volvía de algún viaje. Un delfin, un jeroglífico egipcio, un elefante. Los iba cambiando cada tanto.

Un día de esos, sin previo aviso y con total tranquilidad, simplemente me lo saqué y no volví a usar un collar desde entonces.

**
*

Llamada con mi compañera de Dublín.

— Quiero traer espacios seguros al mundo, para que la gente pueda ser quien es. Faltan estos espacios donde haya aceptación, sin represión.
— Tal cual.
— Me estoy dando cuenta de muchas cosas en esta cuarentena. Se me están cayendo muchos velos.
— ¿Por ejemplo?

Qué miedo. Era la primera vez que le iba a contar a alguien después de haberlo asumido. “Quiero permitirme explorar con mujeres”. Cinco palabras impronunciables.

— Quiero… descubrí que quiero, o me gustaría...
— Permitirme… no sé si me va a gustar, o sea, no sé, pero quiero ver…
Yo sabía que daba vueltas sobre aquello que me dolía.
Con cada vuelta me acercaba más al centro.

— Explorar… o sea sé que con hombres todo bien, pero con...
Me puse a llorar.
— Con… qué me pasa con…
— Mujeres...

Listo. Estaba ahí afuera, lo había sacado después de llorar 10 minutos. Lloré como si no importara nada más, porque no importaba nada más, del otro lado de la pantalla una persona estaba feliz por mí y sabía cuánto me había costado llegar hasta ahí, y ella había sido parte de este viaje porque lo había sabido siempre pero no había apurado nada.

Sentí liberación, amor. Sentí que había nacido de nuevo.

Mi amiga me dijo “Ya eras copada y libre, no me quiero imaginar ahora lo que vas a ser. No vas a cambiar, vas a ser la misma Delfi, la que siempre fuiste”, y que te adora, que sabía que iba a llegar este momento, que full transparencia.

Desde ese día se lo empecé a contar a algunas personas muy seleccionadas porque sentía que si no lo hacía me iba a volver al caparazón. Estaba la pelota en la línea de gol y la tenía que empujar. Le conté a personas para hacerlo oficial, obligarme a aceptarlo y cada vez que lo contaba lo sanaba un poco más y recibía ese amor que necesitaba para seguir.

De mi diario en esos días:

Una gran amiga me dijo ayer: está bien lo que hagas, te vamos a amar por lo que sos, no por lo que hagas, porque sos increíble y contenedora e inteligente y cariñosa.

Amanece. El sol empieza a colorear los edificios. Amanece un nuevo día para mí. No puedo esperar a mostrarle al mundo esto que soy. No puedo esperar a que el sol me descubra, me haga brillar. Me siento recién nacida.

Hay un país al que quiero ir y no sé si me va a gustar pero quiero ir. Quiero explorarlo, quiero dejarme.

Lo que es adentro es afuera y viceversa.

Tuve miedo anoche de sufrir. Un amigo me dijo bienvenida al mundo. Siento una Delfi anterior a todo. Como si hubiera guardado el juego hace años y ahora retomo desde esa Delfi.

Me siento liviana, feliz, enamorada, emocionada, temerosa, siento que cometí un error o que me mandé pero ya me acostumbraré a esto que siento. Me tiré a la pileta.

Te amo Delfi. Sos toda mía y de nadie más. Quiero ir con vos a explorar lo que querés ver. Quiero verte en esos lugares. Verte disfrutar y desear y ser feliz. Y tener miedo y volver a mí. Quiero verte en cada momento de tu vida. Te quiero ver amando a una chica. Ahí SÍ te quiero ver.

Alto viaje. Se siente como cuando te querías ir a Europa pero no sabías ni cómo ni cuándo. Lo mismo ahora.

Qué gran regalo amarse a uno mismo. Estar siempre con vos. Quiero llegar, atravesar. Quiero verme escribiendo, dando un speech, motivando gente con pasión.

Me estoy dando cuenta que no es tan grave explorar mi sexualidad. Va por ahí la cosa. Me siento deseante. Me siento completa. Visible.

Llegué al fondo. Puedo salir con mi whole self al mundo. Quiero probar. Mostrar pasión.

Qué importante fue contar esto.

Escribir sobre sexo como Pedro Mairal o Juan Sklar. ¿Será muy difícil?

Columna de Sklar: el sexo es una manera de comunicarse. Cuerpos que de otra manera no podrían hablar, o que vivirían en conflicto constante, cogiendo se entienden. No es el amor, es el deseo, antes de que las culturas puedan entenderse.

Hay mucha represión. Si no es de la sociedad es de nosotros mismos.

La represión tapa. Es opaca. No deja ver a través. Todo debería fluir de uno hacia afuera sin trabas. La represión es ese muro invisible que sentía antes de darle un beso. Es ese ahogo cuando quería decirle a alguien que me gustan las mujeres.

**
*

La noche de mi cumple me quedé despierta hasta las doce para saludarme. Decidí que iba a arrancar mis 27 con una canción de Loli Molina. A las 00 puse play y escribí en mi cuaderno: "Es tu cumple hermosa :)"

Segundos después, mensaje de una amiga: ¿sale vinito y videollamada de cumpleaños?

Le conté todo. De nuevo, recibí muchísimo amor. Muchísima aceptación. Otra persona a mi alrededor feliz de verme ser yo sin tabúes. Le dije que me sentía completa. Supe que no había manera mejor de arrancar mi cumpleaños.

Al otro día me mandó un regalo. La tarjeta decía "que seas feliz y te sientas completa hoy y siempre". La tengo pegada en la pared, la miro a cada rato



Capítulo siguiente
Capítulo anterior
Índice